Un rincón detenido en el tiempo
Fue el edificio principal de las estancias "Don
Ramón", primero, y "Estancia Grande", más tarde. Con más de
doscientos años de historia, se encuentra hoy en el interior del Batallón de
Comunicaciones de City Bell
En el interior del Batallón de Comunicaciones ubicado
en camino Centenario y Güemes de City Bell, se encuentra el antiguo casco de la
Estancia Grande de la familia Bell. El predio, adquirido por el gobierno
nacional en 1944 para ser destinado al uso del Ejército, esconde una atrapante
historia que se remonta al siglo XVII.
Esas tierras en las que hoy se levanta City Bell
pertenecieron a los jesuitas en la segunda mitad del siglo XVII y fue en ese
período que esta orden religiosa estableció los cimientos del actual casco de
la Estancia Grande para establecer su convento. Según la documentación
existente, los jesuitas se establecieron allí alrededor de 1650 y permanecieron
hasta 1695, cuando venden las tierras a Luis de Pezoa de Figueroa, un
importante hacendado de la época.
Luego, en 1761, los herederos de Pezoa de Figueroa
venden las tierras a Francisco Rodríguez de Vida, cuyo hijo Antonio vende a su
vez en 1768 a Ramón Rodríguez, quien construye el primer asentamiento de la
estancia sobre las ruinas de lo que fuera la capilla de la Compañía de Jesús.
El establecimiento que tomó el nombre de "San
Ramón" tuvo otros propietarios: en 1822 fue adquirido por Benito
Carballido, y en 1836 por Faustino Ximénez. Finalmente, el 2 de diciembre de
1846, Ximénez vende a George Thomas Bell la denominada estancia "San
Ramón", que se extendía de lo que hoy conocemos como el distribuidor
Benoit en el ingreso de La Plata hasta el Parque Ecológico de la actual Villa
Elisa, y cuyo fondo llegaba hasta la Ruta 36.
La casona principal del establecimiento, de estilo
colonial, construido por la familia Rodríguez (originalmente de una sola
planta) fue ampliada por Jorge Bell. Ese edificio es actualmente el Casino de
Oficiales de la Agrupación de Comunicaciones 601.
UNA ESTANCIA IMPORTANTE
La Estancia Grande era uno de los establecimientos de
campo más importante de la Argentina de fin de siglo XIX. Fue heredada por
Jorge Bell en el año 1879, a la muerte de su padre George Thomas Bell, y su
ubicación era privilegiada gracias a la proximidad a centros importante de
población y puertos de embarque.
La preocupación de Eduardo Bell, uno de los sucesores
de Jorge y durante muchos años el administrador y co-propietario de la
Estancia, fue siempre la de mejorar sus haciendas, buscando para ello todo lo
que pudiera beneficiar directa e indirectamente los cruces de razas. Había en
el lugar tres grandes galpones destinados al ganado fino y con una capacidad
para cien vacunos cada uno.
Para los yeguarizos había otros tres y un galpón para
la raza ovina, en donde reinaban las más exigentes normas de higiene y
seguridad. Además había en Estancia Grande "doce puestos organizados,
todos ellos con sus poblaciones de material, montes y aguadas permanentes, que
las proveen tres arroyos que cruzan el campo en toda su extensión. Además, y
como medida de previsión, hay simétricamente distribuidos, seis poderosos
molinos para extraer agua para el riego", rezan los relatos de la época
que hacían hincapié en la abundancia de conchilla "que es tan abundante en
la estancia que le da así un cachet de lujo", símbolo que se destacaba en
este importante establecimiento ganadero que sentó las bases de la posterior
fundación de City Bell.
LA PROPIEDAD DE LOS BELL
En manos de la familia Bell la estancia sufrió algunas
transformaciones. A partir de 1910, con el fallecimiento de Jorge Bell y la
posterior muerte de su esposa, Catalina Shaw, manejos administrativos
inapropiados y el fracaso inicial del loteo del pueblo de City Bell en manos de
uno de sus hijos -Eduardo Bell-, obligaron al remate de las tierras por parte
de los hijos herederos.
Lorna Bell, quien fue nieta de Jorge Bell e hija de
Percival Guillermo Bell, contó en 1996 cómo fue que su padre recuperó el casco
de la Estancia Grande: "mi padre estaba entre comprar El Rincón, que había
sido de mi tío abuelo Tomás Bell y que se vendía en la misma época, o comprar
la Estancia Grande. El Rincón tenía entonces 600 hectáreas y la Estancia Grande
tenía 150. Fue al remate de El Rincón, y calculó que el precio había subido
demasiado. Finalmente lo compraron los Saint, los dueños de Chocolates Aguila,
mientras que mi padre terminó comprando la Estancia".
La nieta de Jorge Bell, hoy ya fallecida, contó que
"cuando mi padre compró la Estancia, nosotros vivíamos en la calle
Venezuela 1072, que correspondía a la 9 de Julio, y como era una casa que se
iba a demoler forzosamente, nos mudamos a la Estancia, para gran felicidad mía
y de mis hermanos. En el año 1927 nos fuimos dos años a Europa y, al regresar,
mis padres se separaron. Mi padre se volvió a Europa y nosotros quedamos
viviendo allí con mi madre hasta que nos expropiaron la Estancia".
Durante este período, los jardines y parques ocupaban 5
hectáreas y constituyeron una magnífica obra de arte del paisajismo.
La familia Bell conservó el casco hasta que el Ejército
Argentino se hizo cargo en 1944.
UNA PUERTA CON HISTORIA
Además de haberse edificado sobre las ruinas de la
capilla jesuita levantada a mediados del siglo XVII, el casco de la Estancia
Grande cuenta con otros elementos de gran valor histórico. Un ejemplo de ello
es una vieja puerta de madera antiquísima que habría sido incorporada a la casa
durante una de las ampliaciones realizadas por los Bell. La particularidad de
esa puerta es que, según aseguraban los Bell, se trataba de una abertura que
había pertenecido al antiguo convento jesuita.
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Fecha de construcción: Alrededor de 1770
Arquitecto: Desconocido
Estilo: Colonial
Destino original: Casco de la Estancia Don Ramón
Destino actual: Casino de oficiales del Batallón 601
Ubicación: Camino Centenario y Güemes, City Bell